viernes, 1 de mayo de 2009

Trabajar con Niños con Necesidades Educativas Especiales

Muchas veces he escuchado decir que para trabajar con niños especiales hay que tener una especie de don, algo mágico... mucha paciencia, amor, vocación... ¿pero no es un poco de todo eso, algo que debe tener cualquier profesional, en cualquier profesión?
De mi paso por la Educación Especial, he aprendido varias cosas, pero la más importante y significativa para mi, es haber entendido que para poder desarrollar un rol profesional con estos niños, es necesario, imprescindible y absolutamente fundamental el conocimiento. No se puede brindar un servicio educativo serio si no tenemos conocimiento de los diagnósticos y los cuadros que presentan estos alumnos. Sólo conociendo las características de cada grupo y de cada niño, es posible elaborar un plan de trabajo eficaz, a partir del cual sea posible abordar a la persona, en el marco de la enseñanza escolar. Es necesario conocer las limitaciones, que casi siempre son obvias. Pero es aún más importante tener la capacidad de ver las posibilidades, el potencial, lo que ese niño puede lograr. Partiendo de esas premisas básicas, es posible poner en juego toda nuestra creatividad, imaginación, ideas y ganas, para brindar todas las ayudas y adaptaciones que serán la guía a partir de la cual estos niños, iniciarán su camino hacia el aprendizaje.
Desde allí, la repetición de las actividades, las rutinas y las estructuras, las modificaciones de conducta, el trabajo funcional, el currículum adaptado, el equipamiento.... y otras herramientas metodológicas específicas, serán el "a,b,c" de la tarea cotidiana.
No siempre resulta fácil, a veces los resultados tardan en aparecer, otras tantas nunca aparecen. Dependerá en muchos casos de los aciertos y desaciertos en la planificación que elaboramos, en las actividades que proponemos, y en otros, de la evolución clínica del cuadro diagnóstico del niño.
Pero hay otro elemento que es el que particularmente me parece el más significativo de la tarea, el proceso. En él se establecen los vínculos afectivos, las relaciones sociales, los intercambios, la comunicación, el placer y el displacer, el autodescubrimiento, la novedad, las respuestas sensoriales, las emociones, las posibilidades, los avances y también los retrocesos, la identidad, la autonomía, la tolerancia, la independencia.... la vivencia misma. Y todo esto, que sin dudas trasciende ampliamente la adquisición o no de contenidos, o el alcance de objetivos pedagógicos... es lo que permitirá que estos niños, con sus fortalezas y debilidades... se lleven de la escuela, herramientas para la vida.
Porque en definitiva, el fin último de la educación, es preparar a los sujetos (con y sin discapacidad) para formar parte de una sociedad que nos pertenece a todos.